Mientras cabalga rumbo hacia el
conde de Zaragoza, intentando complacer a un hombre que su linaje odiaba y del que
ella apenas guarda un recuerdo, Llum no puede evitar pensar que mantener la
cabeza alta es lo único que le queda.
En los dos últimos meses de sus
diecinueve años, ha sufrido las mayores desgracias que ningún ser humano podría
sufrir.
Tuvo que casarse con un noble
castellano por voluntad de su padre, como si fuera simple moneda de cambio y la
palabra “alianzas” sirvieran de algo.
“¿Alianzas?”, arruga la nariz
nada más pensarlo. Su futuro prometido la convirtió en viuda en menos de lo que
tarda la luna en cumplir un ciclo. Eso sí dejando varios presentes en su camino
al otro mundo.
Su nueva familia lejos de lo esperado,
estaba involucrada en una disputa perdida de antemano. No culpaba a los
Vallehermoso desde luego, estaba segura que las culpables eran aquellas tierras
del sur demasiado empapadas de cultura infiel.
A veces siente una punzada de
alivio sabiendo que su padre ya no está en el país de los vivos, pero se
santigua nada más cruzar aquel pensamiento su cabeza. Sin embargo no cree
equivocarse con la idea de que aquellas “alianzas” trajeron y seguirían
trayendo problemas.
Cuando aún tomaba decisiones
sobre volver o no a su antiguo hogar y dejar de lado a aquella familia que se
resquebrajaba, llegaron noticias del norte. La muerte había cubierto aquellas
tierras.
La peste, que no tomaba decisión
alguna sobre bandos, había acabado con toda su familia. Todos muertos.
Todos.
Si Llum hubiese sido una persona
de corazón débil hubiera acabado con su vida allí mismo. ¿Qué opciones quedan
cuando has tenido dos familias y las dos se pierden en unos pocos días? Pero
aquella reflexión era de débiles, considera que si esa es tu última decisión cuando
las cosas van mal, es que tu sentido de la vida es demasiado miserable.
Se ríe para sí misma pensando en
los años malgastados aprendiendo el idioma castellano.
Ha tomado la decisión de volver a
sus tierras y restablecer el esplendor de su casa.
La heredera Casteldragó levanta
la cabeza con orgullo.
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Hace mucho que no escribía nada referente a partidas de rol, pero me sobraban cinco minutos de vida xD
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