lunes, 29 de julio de 2013

Mis cascos Frankenstein


Hace unos días me creé unos cascos uniendo varios cascos viejos. Quería ahorrar así que mezclé auriculares, almohadillas y cables para hacer unos cascos. No eran muy bonitos a primera vista, sobre todo al ver los trozos de cinta que unían las partes, pero eran funcionales.

Necesito música en mi vida, buena o mala, en mi idioma o en otro. Me da igual, pero a veces me siento vacía sin ella y cuando se me rompe un casco o se acaba la batería del mp3 me embarga una sensación rara.
Supongo, y supongo que es así porque es lo que me ocurre siempre, que es porque comienzo a pensar. La música me aleja del mundo para poder escucharla o hacer cosas como escribir, leer o estudiar, pero sin ella la cabeza se me llena de cables que llevan y traen información que sólo me provoca jaquecas. Y es que como decía el grabado de Goya “El sueño de la razón produce monstruos”.


Si últimamente no escribo en el blog es probable que sea porque tengo cascos, o la versión de cascos que necesito.

Si has leído hasta aquí, te pido perdón.

domingo, 28 de julio de 2013

Año de nostalgias


Últimamente me siento como alguien que está fuera de lugar. Pasan los días y a pesar de estar ocupados y de no tener realmente tiempo para mí misma, creo realmente que me falta algo. Llámalo como quieras porque realmente no tiene nombre.
El problema real surge cuando una que escribe, que además es lo más ñoño del mundo, resulta que va viendo como sus amigos y conocidos se van.
Y no me refiero a que se vayan de vacaciones, o fuera de Madrid que también. Sino que se van lejos, mucho más lejos, y aunque muchos vayan con promesas de volver  sé  a ciencia cierta que eso no es así. Algo que por otro lado es lo mejor viendo cómo va el país.
Creo con fervor que las cosas aquí (en España vamos), van mal. Muy mal, y a pesar de que algunos vean visos de luz a lo lejos yo lo único que veo es una terrible oscuridad que incluye por ejemplo hipotecar mis estudios para poder realizarlos.
¿Qué puedo hacer entonces? Aunque últimamente lo único que haga sea cruzarme de brazos y añorar a los que se van deseándoles la mejor de las suertes, me gustaría poder acabar mis estudios aunque sólo sea por aburrimiento.
Si bien eso no significa que el sentimiento de añoranza no siga ahí, guardado en un rincón de mi corazón. Y que cuando mi Facebook me recuerda día a día que algunos de mis mejores amigos se han ido a vivir fuera, yo le puedo decir que tarde o temprano nos volveremos a ver.

Porque eso en el fondo es lo que me hace sonreír.