sábado, 26 de enero de 2013

Váyase pues, existen otros mundos aparte de estos


Era un verano muy caluroso, tanto que en contra de lo que suele ser mi voluntad decidí cortarme el pelo y recuerdo que cada vez que salía a la calle tenía que ponerme una gorra porque si no me sangraba la nariz, tantas veces ocurrió que pensé que se volvería una costumbre cada verano.
 

La aldea de mi padre, un lugar vacío, lejos de todo (el pueblo más cercano está a unos 9 km), no tenía ni un solo niño con el que jugar en aquel momento, excepto Mónica. Mónica era una chica a la que tenía de alguna manera admiración, siempre estaba sonriendo, era muy mona, y me caía bien.  Pasamos un par de días paseando de un lado para otro. Yo con mi fiel gorra de ese verano. Y una tarde, recién terminada la obligatoria siesta de esos lugares , sentadas en una mesa en uno de los dos bares de la plaza y con ciertas nubes amenazando con tormenta

Yo estaba barajando las cartas, esa misma mañana por culpa del tiempo tuvimos que quedarnos allí toda la mañana y nuestras mentes habían quedado enganchadas al capítulo de Xena en el que descubre que está embarazada. Por lo que mi mente estaba lejos de pensar que nos pondríamos a hablar sobre libros.

Siempre me gustaron los libros de Stephen King, su narrativa sencilla (a la que él mismo denomina Big Mac porque  es barata, entra rápido, llena y deja una sensación desagradable y de vacío al final), me cautivaba. Y entonces llegó la pregunta.

-¿Te has leído “La Torre Oscura”?

Sentí cierto picor en la nariz con el olor de las Heraclio Fourier gastadas entre mis dedos.

-No, -contesté tajante. –Ni si quiera lo conozco.

Colocando los brazos sobre la mesa y apoyando la cabeza sobre ellos Mónica levantó la vista.

-Es el libro favorito de mi padre. –Dijo. –Es su libro favorito, empezó a leerlo hace mucho tiempo, es una saga, todavía no se ha terminado, creo que mi padre se ha leído los tres o cuatro libros que han salido.

Decía muchas frases cortas seguidas, como si quisiera darme toda la información posible en el menor tiempo.

Las piernas me colgaban en la silla. El olor a tabaco y a carajillos inundaba el bar.  Se oía el sonido de mi abuelo metiendo varias monedas en la máquina para pedir un paquete de celtas, me sorprendía que no fumase ducados, como mi padre.

-¿De qué va? –Pregunté. No es que estuviese muy interesada, pero he de decir que el título tenía algo de mágico, de atrayente.

-Es de un hombre que hace un viaje para llegar a la Torre Oscura.

Creo que me dijo algo más… Pero yo sólo me quedé con eso. ¿Qué quería hacer Stephen King con ese argumento? Siempre le doy vueltas a las cosas curiosas que me cuentan. Creo que esa noche le di vueltas a aquello.

Desde entonces siempre tenía cierta admiración por ese libro. Cada vez que lo veía sentía que lo necesitaba comprar… Pero era muy caro y una colección de siete libros no me la podía permitir. Así que pasó el tiempo.

Hasta mi vigésimo cumpleaños, ahí lo recibí desde el cariño, pero no le haría caso hasta casi un mes después, cuando estaba limpiando mi habitación. Si os soy sincera, abandoné completamente mis obligaciones, dejando el trapo y el O’cedar a un lado e internándome por completo en las aventuras de Roland de Gilead.

“El hombre de negro huía a través del desierto y el pistolero iba en pos de él”

Quedé hechizada por esa frase y encontré la felicidad en ese libro, tanto es así que cada nuevo ejemplar que ha llegado a mis manos tiene una historia… Que tal vez algún día cuente. Por ahora sólo puedo decir que yo únicamente compré uno.

Stephen King explicaba que había escrito la historia en un papel que tuvo la suerte de conseguir de color verde… Que parecía mágico. De alguna manera a mí me pasó lo mismo con el libro.

Aún no lo he terminado, apenas me quedan unas páginas para terminar el séptimo, lo metí en la nevera, como Joey con “Mujercitas”.  Y sólo he leído cuando las cosas han ido realmente mal… Que han sido muchas.

¿Qué por qué escribo este post? Porque simplemente puedo… Y porque ahora que tengo el 4.5 y la primera edición del primero, pienso que de alguna manera la magia sigue.