domingo, 14 de diciembre de 2014

Blablabla



El año se acaba ¿quién lo diría? Cientos de proyectos que caen el olvido y otros que por arte de magia resurgen y se mantienen a flote como si alguien más importante que yo los hubiera orquestado.

Últimamente pienso en que estoy descuidando mi escritura, tanto analizar la de los demás que no me da tiempo a mimar la mía, cuidándola tanto como se merece. No es que yo sea una experta escritora, pues de ser así ya habría vendido mi primer gran best-seller y ahora mismo estaría sobrevolando algún lugar en mi helicóptero privado. Sí, has leído bien, helicóptero privado.

Pero ¿a quién quiero engañar? Lo momentos viene y van, y aunque la escritura se mejora, claro que se mejora, necesita ciertos cuidados que como he indicado arriba merecen cariño y constancia.

Otro tema que me he cuidado de intentar mantener este año es el de la lectura, años de exámenes y trabajos agotadores han logrado que la misma se haya convertido en un lujo y no una diversión como debería. Los libros no se merecen leer sólo en el tren de viaje a ninguna parte, si no una buena bebida y un sofá donde tirarse uno hasta que los hombres grises se han apoderado de demasiado tiempo.

¿Y las amistades? Ay, (suspiro dramático). Si he sido borde culpad a la Sheila de mi cabeza que actúa por impulsos, se llama Kei, es malvada y dice demasiados tacos. No la juzguéis por ser muy directa, ella sólo atiende a efectos prácticos.

El año se acaba. Y como hacía mucho que mi blog necesitaba una de estas entradas que no dicen nada, aquí estoy.

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