sábado, 3 de agosto de 2013

Una de insultos




En el instituto tenía un profesor  que también era el director del mismo, que como era una clase únicamente de repetidores querían tenernos controlados, una gran idea del partido político de aquel momento.

En fin, este profesor tenía un cuaderno donde iba apuntando todos los insultos que le decían o se le ocurrían. Era un cuaderno singular pues cuando según él le sacábamos de quicio, abría el cuaderno y nos llamaba algo del cuaderno, como “ladrillo” por ejemplo. Sí, en mi clase de lengua mi profesor se dedicaba a decir que ”éramos unos ladrillos”, en fin.

A lo largo de mi vida me han insultado de muchas maneras, algunas más originales y otras menos, pero un insulto es un insulto al fin y al cabo. He aquí algunos de ellos.

-Idiota: Común, tan común que ya ni siquiera lo considero un insulto, es como tonta, pues vale soy idiota.

-Imbécil: En mi casa, mi hermana y yo llegamos al acuerdo de intentar no usar el término imbécil ni el “subnormal” así que intento no decirlo y creo que me lo han debido de decir dos veces en mi vida.

-Puta: Pues al parecer era un insulto que me decían mucho de pequeña las madres de los niños que pegaba con palos o piedras, o les obligaba a trabajar si querían jugar con mis juguetes (3 ó 4 años). Así que pierde significado para mí obviamente.

-Gafotas: ¿En serio? Eso es una observación no un insulto. Llevo gafas desde los 11 años, es como llamarme “ojos verdes”. Cuando me han llamado así me he reído. “Cuatro ojos” me parece muy de peli americana.

-Hija de puta: Es curioso porque éste le he oído más en casa, y creo que buscaban simplemente ponerle el énfasis a sus enfados. La adolescencia mala ella.

-Calientabraguetas: ¿Y tú cómo lo sabes? El insulto que más rara me hizo sentir porque estaban hablando de mí en tercera persona sin darse cuenta de que estaban hablando de mí conmigo.

-Llorona: ¿Otra observación? Pues sí lloro, y mucho. Pero no me avergüenzo de ello, cuando se me conoce se me conoce con el pack completo. Y si no quieres saber qué me pasa y lo preguntas sólo por pura cordialidad mejor entonces que no preguntes.

-Cabezota: Más observaciones no por favor.

-Mentirosa: Sólo me lo han llamado una vez, y la persona tenía la misma credibilidad que un zapato.

-Gorda: El último que me lo llamó se llevó un mordisco en el pie. Ojo, yo tenía 4 años.

-Trabajadora de la RAE: Creo que querían que fuese un “Sabelotodo” culto, pero se equivocaron, es el insulto más feo que me han dicho nunca, porque tengo un grave problema con la RAE y como gramarnazi que soy me siento ofendida que me relacionen con un grupo de personas que consideran “sorpresivo”,  “asín”, “muslamen” palabras, pero no incluyen “ojiplático”. Y ya ni hablamos de la discusión sobre las tildes.

-Sabelotodo: Éste era un clásico de cuando repetí curso.

Los insultos sólo sirven para dar énfasis a un sentimiento o a una acción. Y es más divertido ser original que decir palabras existentes. No obstante creo que a medida que me hago mayor apenas los oigo ya. Supongo que porque las personas prefieren hacer daño real que expresar lo que piensan aunque sea a través de un insulto.


Y por si lo queréis saber, le robaron su cuaderno a mi profesor ese mismo año. Supongo que fue algún alumno harto de que le humillasen públicamente.

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