Capítulo
2: Escritor amateur (o eso creo)
Curiosamente,
el otro día, después de volver de la universidad cogiendo el autobús de Pío (el
mismo que cogí en el Capítulo 1 de esta sección), me senté en uno de los
asientos que están colocados al revés por ser el único asiento libre tras
varios inconvenientes:
1-. Los
asientos que van al revés quiere decir que van en dirección opuesta al
recorrido = Mareo para mí.
2-.Era
un sitio de ventanilla lo que significa molestar a tres personas: Los de los
asientos bien colocados delante y el que ha decidido coger pasillo en vez de
ventanilla.
3-. El
hombre que decidió coger pasillo tiene su mochila en mi nuevo asiento, así que
estoy de pie un instante extraño rodeada de tres personas (habréis vivido eso).
La cosa
es, que una vez sentada, y a punto de terminar de leer Tokio Style (necesitaba
descansar de los apuntes), me empiezo a marear, como siempre la mezcla, autobús-leer
no funciona, y mucho menos si vas al revés. Por lo que me acomodo sintiendo el
fresquito de la ventana. Y ahí es cuando veo que está haciendo el hombre que ha
decidido coger pasillo en vez de ventanilla. ¿Y qué está haciendo el buen
señor? Escribir. Durante un instante me planteo no cotillearle, por aquello de
que a una servidora SIEMPRE le cotillean cuando está escribiendo, a veces de
forma descarada. Sin embargo (además que si no esta bonita sección no podría
llamarse “Diario de una acosadora”), durante un instante siento una breve
sensación de empatía (¡yo también lo hago!) y leo por encima: Descubriendo que
hay ¡Hip hurra!, piedras mágicas y tripulaciones. Decido dejarle en paz
mientras yo me aduermo de nuevo contra la ventana y él corrige la página una y
otra vez. A lo mejor un día consigue publicar algo.
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